Dos anécdotas pequeñas de Javier.
La primera: La SupervisoraEstamos conversando tres adultos. Uno de ellos, un pariente algo más mayor que David y yo. Nos pregunta sobre la escuela de los nenes, le vamos comentando.
En eso inquiere:
"y ustedes supervisan un poco lo que pasa en la escuela, no?" (suponiendo que por nuestras profesiones afines nosotros tal vez participábamos con recomendaciones o algo por el estilo)
Javier, que estaba presente, y evidentemente atento, responde:
"no, para eso está la Supervisora" —muy serio y muy en serio.
Los tres adultos nos miramos, sonreímos, asentimos...
La segunda anécdota: un método educativoEl primer día de clase Javier vuelve feliz anunciando que su maestro no va a dar tarea durante el año. Que la consigna es simplemente siempre tener las carpetas al día, y que si no terminan con algo en la escuela, es el deber de ellos completarlo en casa, a diario.
El segundo día vuelve con varias cosas para completar. Algo mufado porque por ejemplo había escrito un cuento de una carilla y media, en letra minúscula imprenta (como ésta) pero el maestro les dijo que todo debe ser escrito en cursiva, con lo cual debía pasarlo completo, etc. Comenta que tiene tarea... David, un poco "chicaneramente", le dice:
"pero cómo, no era que este maestro no daba tarea?"
Javier lo mira fijo y le responde:
"es un método educativo, papá".